Hoy os vamos a hablar sobre esta situación que seguro muchos vivís: «Si el estudio que realizo a diario ha sido malo me siento mal el resto del día»
La actividad musical es una tarea verdaderamente especial, por diversos motivos: los que emanan de la propia música, como ya vimos en otro artículo, y los característicos de la formación: la edad tan temprana con la que se inician los estudios, las horas de soledad con la música, exponerse a las audiciones y conciertos, etc.
El vínculo que se establece entre el músico y su actividad es excepcional, sólo conociendo el poder fascinante de la música y las peculiaridades de los estudios por las que atraviesa un músico, podemos entender la influencia y la relación entre el músico y su labor.
Es bastante frecuente (tristemente) que los estudiantes de música, cuando realizan alguna audición o concierto tengan demasiado presente, si no de manera única, no defraudar a aquellas personas que le apoyan, principalmente al profesor o profesora y a los padres. Están muy pendientes de realizar bien su interpretación, para que los demás puedan no solo disfrutar de lo que están escuchando sino advertir l
os avances que el músico realiza, “lo bien que toca”.
Agradar y complacer a los padres y profesores no tiene porque ser un asunto negativo, puede ser una fuente de motivación extra, se vuelve perjudicial cuando esta pretensión se vuelve principal y menoscaba otras áreas importantes, como el disfrute encima del escenario.
Esta circunstancia se activa en edades tempranas, cuando el estudiante (niño o niña) va siendo consciente de que su interpretación puede ser evaluada por otras personas, también los padres y los profesores. Es importante conocer la existencia de este problema y poder evitarlo cuando se presente en los alumnos. Estar pendiente de la posible evaluación de los demás encima del escenario incrementa la ansiedad escénica en ese momento, querer en todo momento agradar a los demás y demostrar lo bien preparado que llevamos la obra, no solo conseguirá los efectos contrarios sino que nos puede llevar a sufrir más problemas.
En ocasiones ese anhelo de conseguir la aprobación se interioriza y se lleva a extremos nocivos, se lleva al estudio cotidiano. Desde hace más de veinte años oigo a músicos que esgrimen el título de este artículo: “Si el estudio que realizo a diario ha sido mal me siento mal el resto del día, y si me sale bien, me encuentro mejor”. Es lógico que cuando realizamos un trabajo o un estudio si éste ha surgido bien estemos más satisfechos y alegres, y si sale mal nos pueda afectar un poco negativamente, pero en el ámbito musical esto aparece de forma exagerada.
No podemos analizar nuestros avances en cada estudio diario, no podemos hacer de cada estudio una demostración a nosotros mismos de cómo avanzamos y progresamos, por muchos motivos: no seremos objetivos con lo que nos ocurre pues podemos estar afectados por alguna emoción, nos producimos mucha presión innecesaria en cada estudio, podemos provocarnos alguna lesión muscular por forzar a que surja bien, aumentamos la baja tolerancia al error, a que no surja bien en el estudio, etc.
Los estudios de música y el trabajo que dedicamos a la actividad musical son un larguísimo camino que hay que recorrer con esfuerzo y voluntad, de manera sólida, dando pasos seguros, siendo conscientes de lo que realizamos en el estudio diario, pero no podemos analizarnos y evaluarnos en cada concierto, audición o estudio diario.