Eduardo Carlos Juarez nos envía desde Mexico este post para reflexionar.
Ayer fui a ver por tercera vez la película COCO (spoiler alert) en compañía de mis sobrinas. Quiero compartirles mis comentarios sobre la escena de la primera presentación de Miguel (el niño protagonista) desde la perspectiva de la psicoterapia aplicada a la música.
Miguel nunca se había presentado ante el público y empieza a sentir nervios cuando ve que la banda “los chachalacos” (me encantó el nombre porque refiere a un ave que es muy ruidosa) es muy aplaudida por el público. Regresa atrás del escenario y platica con Héctor confesándole que se siente insuficiente. Hasta ahí se supone que el miedo radica en no obtener más aplausos para ganar el concurso y así reunirse con su ídolo que él cree es su tatarabuelo. (Está confundiendo reconocimiento con cariño de familia). Héctor sigue indagando sobre el miedo finalmente llegando a su fondo. El miedo de Miguel “delacruzito” radica en la necesidad de demostrarse que puede para merecerse llamar músico NEUROSIS! Adoro la escena porque Héctor le da apoyo siendo proactivo y bienhumorado “menudo momento para sacar este bonito sentimiento eh? a ver chamaco mejor relaja el cuerpo, dame tu mejor grito…”
Llevo 4 años atendiendo músicos ya sea en grupo o en terapia individual. Cuestionándolos para qué se presentan (concierto, audición, examen, recital) en el fondo tienen dos creencias neuróticas básicas del artista escénico:
“Para demostrarle a los demás”
“Para demostrarme a mí mismo”
Considera la posibilidad de que no estás haciendo música demostrar nada a nadie, ni a ti mismo.
En la primera opción le estás proyectando al otro (público, colega, maestro/a) tu incapacidad de reconocerte (sobre todo si eres un estudiante adulto). Es bueno recibir retroalimentación y es algo vital en los primeros años de práctica pero si el foco de tu actividad no evoluciona puede que sufras mucho desde que estás estudiando y en las clases previas. Qué pensabas sobre ti mismo/a antes de tu última presentación? Querer sólo demostrar a los demás es un reflejo de lo poco que reconoces el esfuerzo que te ha llevado estar allí (meses o años).
La segunda opción refleja una baja autoestima. Por qué alguien tendría que demostrarse algo a sí mismo que nadie le está pidiendo? (En el momento exacto en que el músico lo está pensando nadie le está pidiendo nada) Porque se siente INSUFICIENTE. Imagínate a un gato queriendo demostrarse que es un gato o a un perrito que ladre tan fuerte para demostrarse a sí mismo que es un perro.
El punto creo, está en el equilibrio. No podemos negar el hecho de que somos artistas escénicos y seres relacionales por lo que siempre estamos presentándonos ANTE otros no PARA otros. Este equilibrio lo describiré más adelante desde mi propio proceso neurótico.
Eduardo Carlos Juarez (Músico y terapeuta Gestalt)