Que tu felicidad no se nutra exclusivamente
de lo que ocurra en la música
Una cosa es estar implicado en un proyecto, trabajo o estudio y otra distinta estar obsesionado con lo que realizamos. La línea en ocasiones es fina y difusa, pero hay que conocerla para ponernos unos límites y no sobrepasarla como parece que ocurre con muchas personas.
Las personas con éxito dedican mucho tiempo, energía y esfuerzo a su trabajo pero no es el eje de sus vida, aunque pueda parecerlo. Es cierto que algunas personas con éxito han sido verdaderos obsesivos en sus proyectos, anulando o deteriorando parcelas personales, pero no tiene porque ser así, muchas otras personas con éxito no muestran esta conducta negativa.
Entendemos aquí la felicidad como un estado emocional positivo, no es una emoción en sí misma, si no un estado de bienestar subjetivo que incluye estar satisfecho con la vida y poseer un afecto positivo.
Los logros que vamos consiguiendo en nuestra carrera como músicos han de contentarnos pero no de manera exclusiva, si nuestra felicidad depende de conseguir un objetivo, de conseguir el éxito, el camino se tornará difícil y lleno de obstáculos. Entonces valoraremos cada concierto y cada oportunidad como una prueba que fortalece nuestra felicidad o en una ocasión que atenta contra ella.
Es importante nutrir nuestra felicidad de otras cuestiones que no sean del ámbito musical, incluso mejor que no tengan nada que ver con la música.
Pensar que tenemos que estar inmersos de lleno en la consecución de nuestros objetivos, en el sentido de alimentar con ello nuestra felicidad es un gran error. Es difícil aclarar conceptos sinónimos que giran en torno a la felicidad, pero los logros que vamos consiguiendo nos han de producir satisfacción, complacencia, euforia, pero la felicidad es otra cosas distinta, más profunda, que se construye de muchas dimensiones: buenas relaciones familiares, positivas relaciones personales, tener amistades, hacer ejercicio y tener buena salud, tener trabajo, mostrar generosidad, poseer una sana autoestima, etc.
Tener una vida personal agradable y llena de áreas que nos aporten satisfacción es necesario para tener una calidad de vida positiva. Es frecuente ver en la consulta personas que poseen una vida profesional rebosante de éxito pero que en la vida personal está llena de problemas y dificultades, que les provoca depresión, ansiedad, problemas con los demás, etc.
Pensemos en los últimos meses qué actividades que no estén relacionadas con la música nos han aportado satisfacción, alegría, deleite. Pensemos si tenemos actividades no musicales que nos llenen, que contribuyan un poco a construir nuestra felicidad. Si tenemos estas otras áreas podemos precisamente coger de ellas la fuerza que necesitamos para seguir con nuestros proyectos y tareas musicales.
Si tenemos estas áreas desprotegidas y abandonadas además provocaremos que cualquier pequeña acción en el ámbito musical, como decía, se torne importante y evaluativa. Cada concierto, cada prueba y audición se tornará una oportunidad para que podamos ser un poco más felices o infelices, incluso cada sesión de estudio se volverá una situación evaluativa de nuestro bienestar. Desde hace 25 años escucho una expresión que no deja de sorprenderme por mucho que me la repitan, me deja perplejo como si fuese en cada ocasión la primera vez que la escucho: “Si el estudio que realizo a diario ha salido bien me siento mejor el resto del día, si el estudio sale mal me afecta el resto del día negativamente”.
Valorar nuestros avances a tan corto plazo (cada día, cada ensayo o estudio) nos produce distorsionar nuestro esfuerzo y lo que vamos consiguiendo. No podemos dejar que nuestras emociones dependan de lo que consigamos en una sesión de estudio. Esto podemos evitarlo si tenemos nuestras áreas personales llenas (la pareja, familia, amistades, pasatiempos, etc.), que nos aporten distracción, alegría, ánimo, etc.
Si tenemos un objetivo en la vida no podemos estar dependiendo de cómo avanzamos en él continuamente, esto podrá afectar a nuestro carácter y a nuestra calidad de vida. Es frecuente que los músicos distorsionen de manera exagerada las consecuencias de un error o fallo en un concierto y que de ello vean como su humor estropee lo que podría ser un feliz día. Tenemos que evitar que esto ocurra.