Desde que comenzamos a tocar un instrumento, siempre escuchamos a nuestro alrededor que debemos estudiar muchas horas para ser un buenos músicos. En la época que yo comencé con el instrumento el ideal del buen estudiante era aquel que era capaz de estudiar durante mucho tiempo repitiendo sin descanso una y otra vez escalas notas largas, etc. El lema no era “la letra con sangre entra” pero algo parecido que podría ser “la música con horas de estudio entra”. Cuando llegué a mitad de mi carrera como músico ya algo me decía que la cantidad de tiempo invertido no es el único componente para el progreso en la complicada tarea de dominar un instrumento.
Recuerdo una ocasión en la que un compañero en la orquesta me decía “tengo la sensación de que conforme mi nivel ha ido subiendo, ahora cada vez me cuesta más mejorar. Lo que antes avanzaba en una serie de sesiones de estudio largas e intensas, ahora, estudiado el mismo tiempo, el avance es menor.»
Este es un tema muy interesante y me ha llevado a buscar información, leer autores que hablaban sobre el aprendizaje, buscar estudios sobre como se adquieren las habilidades y especialmente las habilidades motoras. Al fin y al cabo tocar un instrumento se trata de una habilidad motora (ojo, hablo de tocar un instrumento, no de interpretar música, es decir la parte puramente técnica).
Así, buscando entre la literatura en la psicología del deporte fui a dar con un concepto que me aclaró mucho de lo que me venía preguntando, eran lo que los psicólogos llaman “interferencia contextual”.
El tópico de la interferencia contextual esta basado en gran número de estudios científicos realizados con el fin de comprobar como afecta la organización de las sesiones de práctica (sesiones de estudio) en el aprendizaje y perfeccionamiento de una habilidad.
Para hablar en leguaje lo más coloquial posible podemos decir que se trata de medir como afecta a la calidad del aprendizaje dos maneras distintas de estudiar. Por un lado, la más utilizada en el mundo de la música que es la práctica por bloques, es decir, cuando practicamos un ejercicio un número de veces, luego pasamos a otro y lo practicamos también un numero de veces, etc. La otra sería práctica aleatoria sin repetir o sin hacerlo por series predecibles.
Por ejemplo, practicamos un ejercicio de arpégios primero en una tonalidad (solemos comenzar en Do mayor) luego en otra tonalidad por lo general Reb M , luego en otra Re M y así vamos pasando por todas las tonalidades con el mismo ejercicio de arpégios. Después, un ejercicio de escalas y de nuevo vamos repitiendo pasando por diferentes tonalidades, esta sería lo que se denomina práctica por bloques.
Aplicar la interferencia contextual o práctica aleatoria vendría a ser “no dejar que nuestro cerebro lleve a vislumbrar un patrón y pueda intuir lo que viene. Así que a un ejercicio de arpégios en Do mayor le seguiría uno totalmente antagónico por ejemplo una escala de Fa sostenido mayor y siempre así interfiriendo en un posible patrón identificable o intuible.
¿Que ocurre cuando hacemos esto? ocurre lo que los neurólogos llaman el “error de predicción”, esto es, que la predicción que hacía el cerebro es errónea y de manera automática en el cerebro se dispara un estado de máxima atención. Al notar que no existe un patrón predecible, el cerebro, no se permite “bajar la guardia” se muestra muy atento y por lo tanto muy exigente.
La interferencia contextual o práctica aleatoria se ha utilizado con éxito en diferentes disciplinas deportivas, un interesante estudio que nos ayudará comprender este fenómeno es Aprendizaje diferencial aplicado al saque de voleibol en deportistas noveles* realizado por Sandra Ruth Reynoso, Rafael Sabido Solana, Raúl Reina Vaíllo y Francisco Javier Moreno Hernández del Centro de Investigación del Deporte (Laboratorio de Aprendizaje y Control Motor) Universidad Miguel Hernández.Los estudios científicos realizados revelan que la profundidad del aprendizaje es mucho mayor y más duradero.
Me gustaría mencionar la investigación de la Dr. Christine Carter, clarinetista que enseña en la Manhattan School que junto con el Instituto del Cerebro y la Mente* (Brain and Mind Institute) de Canadá, realizó una investigación que nos proporciona evidencia empírica para el uso de la práctica aleatoria en música. Esta investigación no sólo sugiere que la práctica aleatoria (introduciendo la interferencia conceptual) es mucho más efectiva que la práctica en bloques para practicar pasajes musicales, sino también que las entrevistas con los participantes en este estudio revelan que la práctica aleatoria tiene efectos positivos en factores como definición de objetivos y concentración.